En uno de estos días abrí un correo electrónico de esos que vienen con unos cinco millones de reenvíos, o algo así. Usualmente los aborrezco. Pero esta vez lo abrí.
No sé si el caso fue cierto o es una linda historia de cualquiera, me da igual. Funciona. Yo solo he corregido errores y eliminado el nombre de los supuestos protagonistas humanos, dejando tan solo el del perro.
Me parece que es una historia muy aprovechable, así que aquí la dejo. El asunto comienza así:
¿Te has preguntado por qué los perros viven menos que los humanos?
Siendo un Veterinario, fui llamado para examinar a un Sabueso Irlandés de 10 años de edad llamado Belker. Los dueños del perro y su pequeño de 6 años estaban muy apegados a Belker, y esperaban un milagro.
Examine a Belker y descubrí que estaba muriendo de cáncer. Le dije a la familia que no podríamos hacer ya nada por él, y me ofrecí para llevar a cabo el procedimiento de eutanasia en su casa.
Hicimos los arreglos necesarios. Los dueños dijeron que sería buena idea que el niño observara el suceso. Ellos sintieron que él podría aprender algo de la experiencia. Yo sentí la familiar sensación en mi garganta cuando el perro fue rodeado por la familia. El niño se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez, y yo me preguntaba si comprendía lo que estaba pasando. En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido para ya no despertar.
El niño parecía aceptar la transición del perro sin ninguna dificultad o confusión.
Nos sentamos todos por un momento, preguntándonos el por qué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos. El niño, que había estado escuchando atentamente, dijo: «Yo sé por qué».
Sorprendidos, todos volteamos a mirarlo. Lo que él dijo a continuación me maravilló. Nunca he escuchado una explicación más reconfortante que ésta. Este momento cambio mi forma de ver la vida.
El niño dijo: «La gente viene al mundo para poder aprender cómo vivir una buena vida, cómo amar a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿verdad? Bueno, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, pues no tienen que quedarse por tanto tiempo como nosotros».
Recuerda: si un perro fuera tu maestro, aprenderías estas cosas:
-Cuando tus seres queridos llegan a casa, siempre corre a saludarlos.
-Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
-Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis.
-Toma siestas.
-Estírate antes de levantarte.
-Corre, brinca y juega a diario.
-Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
-Evita morder, cuando con un simple gruñido pueda ser suficiente.
-En días cálidos recuéstate sobre tu espalda en el pasto.
-Cuando haga mucho calor, toma mucha agua y disfruta de la sombra de un árbol.
-Cuando estés feliz, baila alrededor y mueve todo tu cuerpo.
-Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
-Sé leal.
-Nunca pretendas ser algo que no eres.
-Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
-Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente hazle sentir que tú estás ahí.
-Vive sencillamente, ama generosamente, quiere profundamente, habla amablemente y trata bondadosamente.