Hace poco más de un mes, estando yo en Caracas, mi hija me llamó angustiada desde Madrid. Esa semana se había llevado a su gatita siamesa Aiko para su nuevo apartamento, y un día la había dejado sola por varias horas. Por temor a que pudiera caerse a la calle, no había dejado ni el balcón ni las ventanas abiertas en las áreas disponibles para la gata. Cuando llegó intentó jugar un poco con ella, pero la gatita estaba sentada, quieta, mirándola, pero con la mirada apagada, triste. Emitió un leve y corto maullido y se cayó, desmayada.
El susto de mi hija fue mayúsculo, pues pensó que se había muerto. Pero un ratito después se reanimó sola. El veterinario opinó que había sufrido un golpe de calor. A mi hija le pareció que el apartamento no estaba particularmente caliente, pero si que fue lo suficiente como para afectar a Aiko.
Un palito de ochenta centímetros, un metro de liga y un peluche relleno, con varios cordones, como patas de araña o tentáculos de pulpo, y que emite chillidos cuando se mueve, ha sido el juguete más exitoso con Aiko. Para darle caza trepa por el poste, -que ya le queda pequeño- con lo que juega, a la vez que hace un ejercicio de mucha actividad, al que hemos llamado «pilates».
Pues hace unas pocas semanas, mi hija se puso a jugar con Aiko dentro del apartamento, durante un buen rato, haciéndola correr y saltar, como otras tantas veces. Pero no estaban en otoño, invierno, primavera o clima fresco. Por el contrario, era un caluroso día de verano y, aunque, en esta oportunidad, el apartamento estaba bien ventilado y más fresco, el ejercicio fue demasiado y Aiko se volvió a desmayar, en forma similar a la vez anterior. Mi hija se dio cuenta de que algo le sucedía cuando vio que la gatita se volvió a sentar inmóvil, mirándola con los ojitos apagados y emitiendo un maullido muy tenue y corto. Cuando trató de agarrarla se le quedó flácida en las manos.
Durante el verano, las temperaturas en Madrid no son para andar jugando, ni para que los humanos salgan a trotar. De hecho las autoridades sanitarias desaconsejan realizar actividades deportivas fuertes al sol. Para los perros y gatos, el calor es un verdadero peligro, pues ellos no pueden regular su temperatura como nosotros, y los afecta mucho más. Mi hija ya ha aprendido, tras sus dos sustos, aunque sin consecuencias, afortunadamente.
Para mayor información sobre este tema, les dejo el enlace a este interesantísimo y esclarecedor artículo titulado: Golpe de calor en perros y gatos, precauciones y cuidados, publicado hace poco en ecosofia.org.
Foto de Aiko.