Una gata con piómetras rayadas… que se mueven

Hace cosa de un par de meses, nuestra gata Thelma (la que recogimos en la gasolinera de Elda, en Alicante) empezó a emitir unos tremendos maullidos de dolor, con muestras de que algo se le hubiese atascado en la garganta. Rápidamente la llevamos al veterinario, pero no le vio nada que pudiera ser la causa de tales manifestaciones de dolor.

Nos mando hacerle unas radiografiás en el hospital universitario de veterinaria. Pero  las placas tampoco mostraron nada en la garganta ni por asomo.  Sin embargo detectaron algo que fue dictaminado como una Piómetra (1),  mucho menos preocupante, por los momentos, que lo que fuera que la gata tuviese en la garganta.

Al día siguiente regresamos a nuestro veterinario, con reenvío otra vez al hospital universitario para mas radiografías, con nueva vuelta al veterinario. A todo esto no se encontraba la causa de los dolores que manifestaba Thelma, pero decidió ponerle un tratamiento y vino varios días a casa para hacerle seguimiento y examinarla. Sin embargo nada parecía resultar. La gata seguía chillando y estaba muy apática; apenas se movía y casi no comía.

Viendo el sufrimiento que estaba pasando y que no mejoraba ni daban con lo que fuera que tenía, llegamos a pensar que igual habría que sacrificarla. Fue entonces que a Carmen, nuestra veterinaria, se le ocurrió dejar de buscar lo que no encontraban y ponerle un tratamiento sintomático (2).  Santo remedio. En cosa de tres días se hizo clara la mejoría de Thelma, volviendo a su comportamiento habitual. Entonces nos dijeron que se hacía necesario operarle la piómetra que se apreciaba en las radiografías, o bien castrarla, porque al extirparle el útero se erradicaría.

Pedimos cita para castrarla a través de la misma asociación que lo hizo con Lili y a Kinder. Nos la dieron para el 18 de mayo, varias semanas más tarde. Entre tanto, cada día que pasaba la gata estaba más hinchada, lo que atribuimos a la diagnosticada inflamación del útero por la dichosa infección.  De seguir aquella progresión tendríamos que adelantar la cita como fuese.

Pero Deborah, mi pareja, empezó a sospechar que aquello no era ninguna piómetra, pues to que, fuera de la inflamación del vientre Thelma no mostraba dolores, fiebre, decaimiento, ni otros síntomas que hubieran sido propios de aquella condición.  Aquel rápido abultamiento del vientre con ensanchamiento de los costados,  el buen aspecto general de la gata, su apetito y comportamiento general totalmente normal, más bien parecía indicar que estuviera preñada.

Poco días después, el seis de Mayo, cuando llegamos a casa alrededor de las ocho de la tarde, Thelma estaba tumbada en el sofá con una mancha oscura y pegajosa que se movía por su tripilla. Acababa de parir un gatito. En apenas una hora trajo al mundo tres, todos rayados. Por último, casi a las 11 de la noche llegó el cuarto y último. Así que en lugar de una piómetra fueron 4 preciosos gatitos, igualitos a los que ella tenía el día cuando la recogimos abandonada en aquella gasolinera.

Thelma decidió criarlos en el sofá. La verdad es que de tonta no tiene nada.  Nada, que hubo que aguantarse y sentarnos en las sillas por unos días. Pero estamos contentos, aunque, por supuesto, los daremos en adopción en cuando se pueda.

Como anécdota adicional, un domingo antes del parto salimos de casa para pasar el día en las afueras del pueblo con unos amigos. No pensábamos volver hasta la noche, pero Deborah tuvo que regresar a casa a por algo que había olvidado y, cosa que usualmente no solemos hacer, entro por la puerta trasera, que da al jardín. Fue cuando escucho el llanto de un gato pequeño. Buscando, oculto entre unas plantas encontró un pequeño gato blanco, de unos 15 días aproximadamente. Me llamo a toda prisa sin saber que hacer. ¿Qué podía decirle? Lo único lógico, al menos para nosotros, fue cogerlo y atenderlo.


Le estuvimos dando biberón y cuidándolo hasta el día que Thelma tuvo su camada. Entonces pensamos que al ser tan pequeño igual ella lo acogería como suyo y lo criaría junto a los otros. Y así fue. Ahora, este enano que podría haber muerto sin más, abandonado entre las plantas del jardín, tiene otra mami y una famila gatuno-humana que le da una nueva oportunidad. Realmente, si no hubiera sido aquella anómala circunstancia que hizo que Déborah entrara por la puerta trasera del jardín, nunca hubiéramos escuchado su llanto y habría muerto.

No paro de darle vueltas a cómo ese animalillo llegó hasta el jardín de nuestra casa. Pero esta claro que, después de con su propia madre,  no habría podido dar con otro sitio mejor donde acabar, que con nosotros.

Notas:
(1) Piómetras. Infecciones del útero en perras y gatas.
Piómetra o metritis.
(2) Tratamiento etiológico es el que se dirige a atacar las causas de una enfermedad. El denominado tratamiento sintomático es el que se aplica procurando calmar o aliviar los síntomas observables, en aquellas enfermedades cuya causa se desconoce o que no tienen un tratamiento eficaz conocido.

Aclaratoria: Los hechos narrados han sido proporcionados por Juan Luis Blázquez de Opazo, junto con las fotografías que corresponden a su gata Thelma y los cachorros a que se refiere.

Considero que una de las enseñanza que podemos sacar del caso es que,  si bien los diagnósticos erróneos son muy posibles en el ámbito veterinario (lo son con los humanos), la cuidadosa observación de los propietarios de un animal, apreciando los posibles cambios en su comportamiento, pueden llegar a suplir adecuadamente el error en el diagnóstico.

Por otra parte opino que, en el caso de Thelma, de haber seguido con la creencia de que padecía una piómetra y haberla llevado para la esterilización (de haber sido la cita en un lapso más corto), los veterinarios sí que hubieran podido advertir, en esa oportunidad, que la gata lo que estaba era embarazada.

Gracias, Juan Luis y Deborah, por la colaboración.

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