Mi gata no me deja trabajar

Aiko, gata siamesa echada sobre el teclado de la laptop
¡Papá, Aiko no me deja trabajar!

Llevo escuchando esa frase durante los tres años de edad que tiene la gata, desde el primer día que llegó. Es que le encanta estar sobre el teclado del portátil.

Uno de los motivos lo tenemos claro: le agrada el calor que genera. Pero hay otros más.


Porque cuando no es porque Aiko esté buscando calor es porque está reclamando atención.

Si mi hija mayor, Keyla, está trabajando en su equipo preparando un post para su blog o en otras cosas, la gata está ahí, cerca, observando, no perdiendo detalle. Pero hay momentos en que, quizás porque le parezca que ya es demasiado tiempo, acorta la distancia y aunque sea la cabeza la coloca encima del teclado. El asunto es hacerse notar, decir algo como:

«Oye, yo estoy aquí, mírame. Así como llevas horas ahí pegada dándole a la tecla, ¿qué tal si me acaricias un poco?»

Gatito siamés sobre el teclado de la laptop
El asunto es que ya no se trata del pequeñájo que llegó a la casa un frío día de invierno, después de haber sido rescatado con otros hermanos de las calles de Madrid donde fueron abandonados. Aiko parece que no se da cuenta de que ha crecido.

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