Viajando en familia

Viajando en el auto con un perro

Hay que haber crecido manejando un vehículo 4×4, para saber todo lo que se puede hacer con uno, fuera de la carretera y sobre ella. Yo aprendí a manejar al volante de un viejo jeep Willys, cruzando barrizales y ríos, por las que entonces (1967) eran unas tranquilas carreteras de tierra, en la zona costera entre Los Caracas e Higuerote, en Venezuela. Años más tarde, poco después de que mi segundo hijo naciera, descubrí las bondades y la versatilidad del espacioso interior de las camionetas rancheras (berlinas) para los viajes en familia; desde entonces, los vehículos monovolúmenes han sido mi elección.

Entre los once o doce vehículos que he tenido, tres fueron grandes camionetas Jeep Wagoneer 4×4, en las que parecía caber siempre algo más. Como muestra de lo que llamo viajar en familia, esta vieja foto de arriba, que tiene unos catorce años y logré rescatar pegada en una cartelera de mi hija mayor. Fue en uno de los tantos viajes que hicimos a la maravillosa Gran Sabana. En el asiento trasero podían acomodarse cuatro personas, por lo que iban mis dos hijas, -la mayor quedó fuera de la foto, por la izquierda- mi esposa y una sobrina -a la derecha-. Y con buena voluntad, hasta había sitio en el medio para Chica, nuestra perra boxer. Porque, para nosotros, salir en familia era eso; hasta el perro iba de vacaciones.

Caso contrario del varón, mis hijas son de las que no pueden sentarse en un vehículo sin ponerse a dormir, casi de inmediato. Como un viaje desde Santa Elena de Uairén a Puerto La Cruz, se lleva fácilmente sus 14 horas, entre las paraditas para repostar gasolina, comer algo, y uno y otro, era necesario tomar previsiones.
perro durmiendo sobre una jovenNuevamente, el interior de un monovolumen te saca de apuros. En el caso de la Wagoneer, con parte de la carga sobre el techo, en el portaequipaje, y con el maletero bien estibado, quedaba sitio encima de las cosas para colocar una colchoneta, y que una de las muchachas se turnara para dormir a pierna suelta. Los demás se las arreglaban como podían, apoyando la cabeza sobre quien mejor les venía, y soñando con lo que preferían, incluso nuestra perra, como se puede apreciar en esta otra foto.

Y aunque no la he mencionado, porque casi ni hacía bulto; en ese viaje también iba la pequeña Sexy, nuestra perrita Poodle (Caniche), que se acomodó muy bien por debajo de los asientos.


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