Yo comía un McPollo, sentado cómodamente en mi casa.
Como de costumbre, Penélope, mi perra boxer, estaba sentada a mi lado derecho, disfrutando de las papitas fritas que yo le iba dando poco a poco.
Yo estaba un poco distraído leyendo unas notas, y abrí la boca para engullir el último bocado que quedaba, cuando escuché sus quejidos y la presión de su pata sobre mi pierna.
Detuve mi acto, la miré y noté su cara con expresión de angustia, salivando y casi gritándome:
Te vas a comer el último pedacito.
Por los pelitos. Casi me lo como. Yo acostumbro a darle el último pedazo.