Mirada inescrutable y penetrante, porte altivo, carácter impasible, indiferencia absoluta, relajación total. Todo eso y mucho más podría utilizarse para intentar definir a casi cualquier felino. Yo me refiero a este hermoso gato blanco cuya fotografía no me canso de mirar, como no me cansé de mirarlo a él cuando me lo encontré.
Bajaba yo por un serpenteante sendero que discurría a la sombra de frondosos árboles en mis montes asturianas. Poco frecuentado ya por los escasos habitantes de la zona, la maleza intentaba cubrirlo, y en algunos tramos casi lo había conseguido.