Sissy, una monita de raza Tití pigmeo, tambien llamada de bolsillo o chichico, (pichico, que se le dice en Perú) llegó a la vida de Liliana Díaz por pura casualidad. Se la regaló su propietario, quien no le daba el cuidado necesario ni sabía tratarla apropiadamente, como ya conté en la historia que titulé una monita muy especial, en Octubre de 2007, y que la propia Liliana aclaró en un comentario. Y ella aceptó gustósamente aquel regalo, sabiendo que podría cuidarla mucho mejor.
Después de eso, con Sissi y las tres perritas, ella tenía ya suficiente para enriquecer su vida y satisfacer plenamente su amor por los animales. Pero como bien afirma Rubén Blades en su canción titulada «Decisiones»: «la vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida«. Yo bien se que las cosas no suceden por casualidad, sino por obra de la causalidad o Ley de causa y efecto. Otros quizás prefieran afirmar que Dios le dispuso a Liliana una nueva prueba de amor.
El caso es que, sin Liliana quererlo ni pensar en ello, apareció en su camino otro monito de la misma especie. Lo encontró una tarde en una tienda por el mercado de su ciudad peruana. El animalito se veía en condiciones deplorables. Tenia un gran absceso en la mejilla que lo hacia lucir horrible, como un boxeador golpeado. Le faltaba el pelo en casi todo el cuerpo. De hecho tenía la cola totalmente pelada y casi partida por una herida profunda. Las uñas, que en esta especie son largas, ella las tenía cortitas. Daba dolor ver su espalda y brazos sin pelo, así como la profunda herida que presentaba en la ingle.
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